La diferencia más importante entre la vegetación terrestre y la planctónica es que la primera contiene gran cantidad de material fotosintéticamente inactivo. Como que el mecanismo de soporte y de transporte está formado por materiales relativamente resistentes, tiene una tasa de renovación (cociente producción/biomasa) mucho más lenta que la del plancton. Un organismo fitoplanctónico se puede dividir una vez cada día, es decir produce una biomasa vegetal nueva diária igual a ella misma. Es una tasa de renovación insólita en la vegetación terrestre. No obstante la productividad de las algas del plancton es muy limitada por causa del agotamiento de los nutrientes minerales en las aguas iluminadas y por la misma sedimentación de las algas que las lleva lejos del estrato donde pueden recibir luz.
Una parte muy importante de los vegetales terrestres tiene la misión de hacer de soporte de un sistema de producción, pero en el plancton, las funciones de soporte y transporte quedan confiadas al agua y a los animales.
Las diferencias que existen entre ecosistemas acuáticos y terrestres del ciclo de la materia son determinantes.
En los ecosistemas terrestres las partes muertas de la vegetación y los animales se reciclan en el suelo (como máximo de un metro de profundidad). Allí existe una vida muy intensa y la circulación del agua en el suelo y las raíces permiten el retorno, relativamente rápido de los materiales al ciclo de la vida. En los océanos, el ámbito en el que tiene lugar la descomposición del material y el retorno a la forma inorgánica es relativamente mucho más extenso (aproximadamente 4300 metros de profundidad media de los océanos mundiales). No es de extrañar que el retorno de estos materiales represente un freno para los ciclos naturales y que la producción por unidad de superficie en el océano sea solamente un tercio del de la superficie de los continentes. Las vías de retorno en los sistemas terrestres están bajo el control de la vida. En cambio, en el mar, para que se realice ese retorno se hace necesario una resuspensión del material del fondo de los océanos mediante la acción de energías exosomáticas (vientos, corrientes, gradientes de temperatura etc.), pudiendo ser el retorno a las zonas iluminadas muy lento.
