La vida se caracteriza por un flujo constante de los materiales y por una reconstrucción ininterrumpida de las estructuras. Estos procesos solicitan energía de alta calidad como la luz . El Sol la suministra y es atrapada por medio de las moléculas de clorofila de las plantas. Sólo medio gramo de clorofila por metro cuadrado de hoja bastaría para absorber prácticamente toda la luz incidente. De ésta sólo se aprovecha una parte muy pequeña (el 1 por mil de la energía solar que llega a la superficie terrestre) pero aún así la vida tiene suficiente para cubrir el planeta. La vida tiende a ocupar toda la Tierra con la mínima inversión energética posible; se trata de la ley del mínimo esfuerzo y la máxima ocupación.
Desde un punto de vista funcional la multitud de especies que pueblan nuestro planeta pueden ser distribuidos en cuatro niveles fundamentales de la biosfera : los productores primarios, los consumidores primarios, y los consumidores secundarios o de rango superior, los descomponedores .
El ciclo de la materia es más o menos cerrado. Determinados átomos son asimilados por determinados organismos, toman parte en el metabolismo propio de éstos, pueden pasar a formar parte de otros organismos cuando éstos devoran a los primeros y, tarde o temprano, vuelven a quedar en el medio en forma inorgánica o, si permanecen un tiempo en forma de compuestos orgánicos, es sin formar ya parte de un ser vivo.