La evolución humana ha durado más de un millón de años. El Homo erectus devino Homo sapiens, ser erguido, con cerebro bien desarrollado, hábiles manos y buena vista. Empezó con la caza y la recoleccíon hasta llegar a un hombre que acepta el entorno como algo que se le da, lleno de oportunidades que aprovechar y de peligros que deben ser evitados. La siguiente fase empieza con las primeras manipulaciones de la naturaleza, con el inicio de la agricultura y la ganadería.
La evolución cultural, entendida como la que tiene lugar en el material y la organización que se transmiten no genéticamente de generación en generación, empieza a primar hasta convertirse en la más importante, con un creciente peso de orden social. La evolución cultural, con distinto mecanismo, se superpone a la biológica, y aunque no la suprime, su mayor rapidez oscurece los efectos de la más antigua.
Tanto el lamarckismo como el darwinismo son teorías enraizadas en el concepto de adaptación. Los organismos responden a los cambios de ambiente desarrollando formas, funciones y comportamientos más adecuados a las nuevas condiciones. Según ambas, debe haber transferencia de información del ambiente al organismo. En el lamarckismo, la transferencia es directa y el organismo responde y pasa su información a su descendencia. En cambio, el darwinismo,requiere dos pasos: la variación genética presente en los seres vivos (no orientada en dirección adaptativa) y la selección natural que actúa sobre ella y modifica una población confiriendo mayor éxito reproductivo a las variantes ventajosas.
El lamarckismo es falso como teoría de la herencia genética. Sin embargo, es una modalidad de "herencia" adecuada para otra clase muy diferente de evolución, la cultural. En el Homo sapiens parece que no ha habido ningún progreso genético evidente desde que surgió hace cincuenta mil años. Todo lo que se ha conseguido ha sido el resultado de la evolución cultural. Hemos pasado de unos cuantos miles de humanos con hachas a más de cinco mil millones con bombas, televisores y ordenadores. Durante las primeras fases, la mayor parte de los logros en el control de la evolución de las demás especies fueron conseguidos por azar. En la era biotecnológica, el hombre va a ser capaz de efectuar sus propias mutaciones y con el tiempo puede que incluso planifique los organismos vivos: será el dueño de la evolución de las demás especies y de sí mismo. Además de transmitir la herencia cultural se podrá decidir la herencia biológica.
Así pues, desde la revolución industrial, y especialmente desde la tecnológica iniciada en las últimas décadas, la evolución darwiniana ha ido perdiendo importancia en nuestra especie. La que rige ahora nuestra evolución es la cultural, que en contraste con la biológica, es lamarckiana. Lo que se aprende se transmite directamente, enseñando y escribiendo, en la tecnología y en la cultura. La evolución lamarckiana es rápida y acumulativa.
Como dice el ecólogo Peñuelas en uno de sus libros:
«La aceleración que genera la evolución cultural nos ha colocado en la "cresta de la ola". Puede que siga creciendo, se estabilice o se precipite en el abismo, depende de nosotros».