La lluvia ácida (se engloba la nieve, niebla y rocíos ácidos) que se forma como producto secundario en las reacciones atmosféricas que tienen lugar entre los óxidos de nitrógeno y dióxidos de azufre. A raíz de estas reacciones se forma ácido nítrico y ácido sulfúrico, muy solubles en agua. Cuando las gotas de agua acidificadas caen a la Tierra, caen en forma de lluvia ácida. Sus efectos son variados, más acusados en las zonas de clima lluviosos. La lluvia ácida marchita las hojas de los vegetales hasta provocar su muerte, además acidifica el agua dulce de lagos y lagunas alterando su ecosistema.
Aún más preocupante resulta la disminución del ozono estratosférico. Los efectos de esa disminución podrían elevar la frecuencia de los cánceres de piel y de cataratas en los seres humanos, además de dañar las cosechas y al fitoplancton, organismos vegetales clave en la cadena trófica de los océanos. Los principales agentes responsables de la disminución de la capa de ozono son los halocarburos (CFC). Se trata de productos químicos antropogénicos muy utilizados como refrigerantes, disolventes, etc. Estos llegan inertes a la estratosfera donde son sometidos a una intensiva radiación ultravioleta que rompe sus moléculas liberando cloro. Este cataliza la conversión del ozono en oxígeno molecular. Al ser catalizador y no reactivo, una sola molécula de cloro puede eliminar miles de moléculas de ozono. En la Antártida, las temperaturas muy bajas aceleran los ciclos catalíticos del cloro. Aunque las emisiones de compuestos de CFC cesaran hoy mismo, las cantidades ya liberadas son tales, que las reacciones continuarían durante al menos un siglo.
Otro problema que se plantea es el efecto invernadero. No se sabe hasta que punto se podrían elevar las temperaturas debido a este fenómeno, lo que si está claro es que los niveles de gases absorbentes de los rayos infrarrojos, como el CO2, el metano, halocarburos y óxido nitroso, han aumentado en la atmósfera espectacularmente en los últimos decenios. Se desconocen con precisión las consecuencias de ese calentamiento, sin embargo, si se sabe que serán efectos rápidos que dificultarán o imposibilitarán la adaptación de los ecosistemas. Los gases responsables del efecto invernadero son sobre todo, el CO2 y el metano, este ultimo es más eficaz en la absorción de los infrarrojos, pero mucho menos abundante. El aumento de ambos gases durante el siglo XX debe ser atribuido a la combustión de carburantes fósiles y la deforestación tropical, en el caso del CO2, y en el caso del metano, al cultivo del arroz, la ganadería, la actividad microbiana de los vertederos.