Los diferentes ecosistemas no son sistemas estáticos que presenten siempre el mismo aspecto, sino que van cambiando. Con el paso del tiempo se producen cambios en las condiciones ambientales o en las actividades de los seres vivos que determinan también un cambio en el dinamismo de los ecosistemas. El proceso autoorganizativo del ecosistema es perturbado casi continuamente por sucesos imprevisibles. Los cambios pueden ser cíclicos, más o menos regularmente rítmicos, o irreversibles. Las tendencias derivadas de la propia organización se manifiestan continuamente por lo que, de todas formas, y debido a su constancia, destacan sobre los cambios.
Cuando un campo deja de ser cultivado o cuando se sumerge un sustrato en el mar (por ejemplo, se hunde un barco), se empiezan a poblar de organismos hasta que se forma la comunidad propia de la zona. Se suceden poblaciones de diversas especies, primero rápidamente, después de manera más lenta y generalmente aumenta la diversidad de especies. La colonización sigue hasta que la respiración del conjunto de la biomasa iguala a la producción primaria. Después el ecosistema varía poco, mientras no varíe el entorno. A esta secuencia histórica, repetida y repetible, se la denomina sucesión.
Existen diferentes clases de sucesión, diferentes mecanismos para producirse y ciertas regularidades en su desarrollo.